Hay que ver cómo pasan los días. A punto de arrancar la nueva temporada teatral y yo aún con dos crónicas pendientes del mes de julio. No os voy a aburrir con los pormenores de por qué no he podido ponerme a escribir antes. Digamos que he tenido un verano muy ajetreado. Pero como tengo una norma inquebrantable que dice que debo reseñar en este blog todos los espectáculos que veo, no puedo dejar pasar más días. Así que, con mucho retraso, voy a hablaros del mi último espectáculo del Grec (qué lejano suena eso).

Compré entradas para La clausura del amor, a pesar de que no me atraía demasiado la idea del espectáculo, después de escuchar encendidos elogios por parte de gente que ya lo había visto. Lamento disentir, pero a mí el espectáculo no me convenció en absoluto. Ni me emocionó el texto, que encontré superficial y repetitivo, ni me conmovió la puesta en escena, que logró agobiarme con los gritos constantes de ambos intérpretes, ni entendí que pintaba allí un coro de niños cantando el tema central de Frozen (aunque cuando se me escapó la risa recibí un par de miradas iracundas de otros espectadores).

En resumen, La clausura del amor me pareció pretenciosa, fría y superficial. No logré conectar en ningún momento con los personajes ni con su tragedia y, la verdad, lamenté durante las siguientes dos horas no haberme levantado para irme cuando el personaje de él nos invitó (así lo marca el texto) a los pocos minutos de haberse iniciado la función. Un mal final para un Grec, en mi opinión, bastante irregular y más bien flojo (¡con honrosas excepciones!).

La clausura del amor

Dramaturgia y dirección: Pascal Rambert. Traducción y versión: Coto Adánez (36caracteres). Intérpretes: Israel Elejalde y Bárbara Lennie. Escenografía: Eduardo Moreno. Iluminación: Pau Fullana. Vestuario: Sandra Espinosa. Tocados: Clara Gortázar. Ayudante de dirección: Fernando Sánchez-Cabezudo. Ayudante de producción: Pablo Ramos. Dirección de producción: Jordi Buxó, Aitor Tejada. Mánager de la gira: Léa Béguin.